(Fragmento inicial)
Hoy, en
El Cultural. A buenas horas me entero de lo nuestro, querida
Juan Palomo, cuando prácticamente se me junta el día con la noche, cuando acabo de abrirle el ojo a lo que queda de luz en la calle, cuando todavía estoy en calzoncillos y las sábanas de la cama mantienen aún lo calentico de mis carnes, cuando los kioscos de este arrabal barcelonés, festivo y vespertino, mantienen con candados dobles la cerrazón de sus puertas, con lo bonito que hubiera sido descubrirte sobre la majestad del papel impreso. A lo hecho pecho. Mis huesos necesitaban un descanso. Durmiendo todo el día, ma petite cherie: las mujeres y la noche. Porque efectivamente,
“soy un tipo más que calenturiento”, querida Juan. Aciertas.
Bonito despertar, entre la lluvia triste del día atormentado, las legañas frente al monitor de Internet, tu título prestado, “
Caliente, caliente”, y la primera frase de tu epígrafe en rojo para mí: “
La otra Paz Vega se descuelga con un libro Caliente”. Te entiendo la nota, que riega de ardiente soflama mi sangre infanzona. Veamos más. La tripa de tu artículo.
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